the NachtKabarett

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No fue muy difícil para Coma encontrar el expediente de Adam esa semana. La habitación que hacía de almacen de casting era como un mausoleo de nunca-ser y nunca-saber. Las paredes estaban cubiertas por pilas de polvorientas cajas de carretes de media pulgada, archivadas por siluetas de carátulas Polaroid en las cubiertas y por extensos planos cortos sobre las tapas. Todos fueron marcados como RECHAZAR Y MANTENER. Todos terminaron aquí esperando conseguirlo algún día, quizás en algún lugar más especial. Ninguno nunca lo hizo.

Adam no tiene ni idea de que mientras él se sienta sobre los rasgados restos de su caravana, decorados inoportunamente para fines Celebritarian, Coma White mira fíjamente su foto y escucha la pobre interpretación de la canción que él mismo escribió para ella justo aquí. Era simplemente “feliz” de que su cumpleaños significara que ella era finalmente una legal gris y libre de permanecer en esta casa. Aunque incluso siendo tan inteligente, su idealismo la traiciona al pensar que realmente podría irse de aquí de alguna otra manera que no fuera en una bolsa de plástico.

Al otro lado de la ventana, lámparas de carbón y una alfombra roja dibujaban multitudes de gente, de profesión celebrantes de cumpleaños, y largas estancias de paparazzi, escalando uno sobre otro para conseguir un disparo de dramatismo. FLASH!

Algo cambia de repente como en una escena retrospectiva de película barata. El sonido se reduce al agudo ruido del altavoz de plástico del proyector. Las voces se liberan a través de unos diminutos orificios provinientes del pasado y Coma es sólo una niña llorando en el punto de mira de la cámara. Es la cámara Zoomatic Bell and Howard del Presidente, y aunque se trata de un fino instrumento fotográfico, en cierto modo, proporciona una resolución poco prometedora. Su pequeño cuerpo de nueve años se ahoga en un vestido blanco y una peluca rubia platino de gran tamaño, vestida como una pequeña pornográfica Marilyn Monroe. La filmación cámara en mano de la hermosa y pequeña niña bailando como un adulto es repugnante.

“Canta”, le ordena una voz fuera de cámara. “Canta para papi.” Sus ojos son negras cascadas de rimel y su diminuta nariz gotea sobre sus corridos labios rojos mientras canta. “Feliz cumpleaños, Sr. Presidente.”

“La pistola, querida.” Susurra. El foco de la cámara se pierde y el sonido del Sr. White desabrochando sus pantalones se hace evidente, aunque es difícil decir si procede de la proyección o si está sucediendo en el cuarto en este preciso instante. El sonido de la voz de la niña lucha por sincronizarse con la imagen.

Sobre la gran pantalla en la biblioteca privada del Presidente, la joven Coma practica una felación al cañon de un brillante revolver cromado, dando arcadas entre las silabas de fe-liz-cum-ple-años-a… La luz de la proyección revela paredes enteras de envases de películas donde normalmente debería de haber libros. El presidente sujeta un cigarro con una mano y la otra ha desaparecido dentro del carísimo paño de su pantalón.

Por una ranura en la puerta, la señora White mira celosa. Sin embargo, sus enrojecidos ojos tienen una expresión más violenta que autocompasiva. Parece ser una escena con la que ella ha tropezado, de una forma u otra, por última vez.

Deja la biblioteca y desesperadamente busca arrugas o defectos en el reflejo del pequeño espejo. El “espejo” es en realidad un monitor de video enmarcado que le facilita a uno una valoración más exacta de la propia imagen, particularmente en la TV donde esto es lo que más importa. La de la señora White no es la más bella de todas. Agarra el teléfono sentándose en el pequeño soporte debajo de la TV. “¡Necesito seguridad para la niña ahora mismo! ¿Me escuchas?”

La voz al otro lado de la línea responde calmadamente, “ Señora White, con todo respeto, ya hemos pasado por esto antes muchas veces. El Presidente tiene la autoridad exclusiva sobre Coma y...“

Ella lanza el teléfono contra la pared y corre a su cuarto. A mitad de camino en el pasillo se tuerce el tobillo y se astilla uno de sus altos tacones. Esto sólo le hace decidirse más.

En la suite presidencial hay camas separadas a ambos lados de la habitación. En la pared entre ellas cuelga una litografía prístina del mismo retrato familiar que Adam tiene colgado en su remolque. La señora White alcanza nerviosamente su mesita de noche. Hay una Biblia entre miles de píldoras descansando placidamente en pequeños envases naranjas cilíndricos a prueba de niños. Ella piensa que dulce sería ser como una píldora, vivir en una soledad tan vacía. Dormir suavemente, esperando ser tragada un día y luego digerida entre ardientes ácidos estomacales, desapareciendo en la nada.

Sin embargo, coge la Biblia, después de todo sirve para responder preguntas y solucionar problemas. La abre de un tirón y dentro tan sólo hay un hueco que contiene un gran revolver negro. No es un revolver ritual. Este simplemente se usa para matar.

Lo levanta con ambas manos y se sienta al borde de su cama llorando.

*

El brazo vendado de Coma alcanza a rebobinar el carrete de la canción de Adam una vez más. ADAM. Lee el nombre. Esto lo hace real. La música es ordinaria pero la hace sentir menos sola. Si hubiera habido científicos que proporcionaran una explicación lógica a esto, dirían que contenía “los medios justos” con los que el cerebro humano queda satisfecho, creando una sensación de plenitud. Para Coma sólo sonaba como alguien que podría ser capaz de ver el mundo como ella lo hizo. Los cantos de “¡Feliz Cumpleaños, Coma!” se ahogan al otro lado de su ventana.

Su puerta es pateada repentinamente con la fuerza incompetente de un borracho y el Presidente se apoya contra el marco para sostenerse. Con un pastel de cumpleaños en una mano, mira con lascivia incoherente a Coma. La luz de las velas crean feas sombras en su cara. Coma trata de esconder la caja de Adam y la música, pero su camisón se abre en ese momento. “¿Qué estás escuchando? Esa no es mi canción...” El pierde la compostura por un momento mirando fíjamente sus pálidos vientre y muslos. “¿Eres demasiado mayor para querer a papi ahora? Estas hecha toda una mujer mi pequeña princesa… déjame ver.”

Se abalanza sobre ella y con la mano libre empieza a manosear sus senos. Ella se resiste, por lo que aparenta ser la primera vez, y rasga su camisa de seda. Lo que ve debajo es incluso más repugnante que su patético acoso. Su piel casi traslucida está arrugada llena de varices. Usa protésis almohadilladas sobre sus hombros y su pecho sujetas a su piel por diminutos cierres de acero inoxidable para aumentar su saludable y juvenil forma física. El material del que están hechos sus falsos músculos parece húmedo y gelatinoso, como la carne cruda de un pollo. Está demasiado borracho para avergonzarse, así que le arranca el resto de la ropa lanzándose sobre ella utilizando una especie de liga elástica para mantener su erección. El pastel con su cara dibujada en él se desliza por su pierna hasta caer al suelo.

"Papi te quiere. Sabes que es por eso que tenemos que hacer esto"

Cuando la agarra por el brazo, ella se separa y coge de su escritorio una estatua de mármol de su padre de 6 pulgadas. Con toda su fuerza y sus 18 años de resentimiento se la parte en la cabeza, rompiendo la estatua y abriéndole un profundo corte horizontal en la frente. El cae sangrando y cubierto en pastel. La enorme herida parece fruncir su ceño sobre sus ojos cerrados. Incluso sabiendo que todavía está vivo, deja caer la estatua.

*

En el vestíbulo, de camino a la habitación de Coma, la señora White camina despacio y con decisión secándose las lagrimas con una de sus impecables manos y con la pistola negra en la otra. Cuando abre la puerta con el cañón del arma, ve a su marido sollozando patéticamente. Tiene fuertemente agarrado el camisón rasgado de Coma y su atrofiado torso está cubierto de su propia sangre seca. Las blancas sabanas de su cama se han incendiado por la cera derramada de las velas y la cama a empezado a arder detrás de él. Una ventana de la habitación está abierta y las cortinas se agitan con fuerza. Coma se ha ido.

Para la señora White es bastante obvio lo que ha pasado al entrar en la habitación. Coge la pistola con sus temblorosas manos y apunta a su marido.

“¿Quién te la va a levantar ahora?” Chilla, mirando su falo aún duro y sujeto con una correa a modo de torniquete. Se contrae grotescamente a la vez que un escaso chorro de sangre brota de la herida de su cabeza. “No vengas arrastrándote hacia mi. ¡Me casé con una maldita estrella! Mírate ahora. Eres sólo un desperdicio. He perdido el tiempo contigo.”

“Adelante, dispárame,” se burla él, aún sollozando. “También te deseo. Si no, ¿dónde estarías?”. Su llanto se convierte en una risa asquerosa. “Tú serías nada. Estas vieja y acabada. Eres fea y sólo estar cerca de ti me hace sentir como muerto. ¡Así que hazlo!”

Ella empieza a temblar mucho más y pierde la confianza. Comienza a llorar débilmente y él se ríe de ella mientras le limpia la sangre y le seca las lagrimas de los ojos.

“No eres nada y ahora serás menos que nada. Vuelve a ese ghetto para escorias como tú.”

Ella acalla el sonido proveniente de su boca repentinamente. Abre sus apretados labios rojos en forma de “o” y se pone el cañon en la boca.

“Tú también serás despreciable en el infierno.”

Aprieta el gatillo y dispara. Su cabeza explota sobre las paredes perfectamente pintadas de blanco. Si el Presidente hubiera dado su opinión, consideraría que las salpicaduras de sangre son completamente naturales, incluso para los principios morales de Jackson Pollack.

Westmoreland y algunos otros hombres del servicio secreto llegan poco después del disparo. El parece mas aterrorizado de lo normal, considerando que para empezar tiene una personalidad neurótica. Valentine lo ha acusado de ser un homosexual, pero le gusta tenerlo a su cargo, porque es fácil de manipular. Hoy no es la excepción. Cuando Valentine llega unos segundos después, quita a Westmoreland de en medio a empujones y comienza a esclarecer la situación.

Valentine y Westmoreland ignoran el disparo y el cadáver de la señora White - los otros estúpidos pueden hacerlo - y van directamente al escritorio de Coma. El carrete de Adam aún esta girando, aunque la cinta se ha terminado. Valentine se da cuenta de la apariencia de la caja, pero no se molesta en notificárselo a su cuestionable homólogo gay por pura falta de respeto y por los posibles planes de manipulación que siempre podrían surgir en su propio beneficio. Detiene la cinta y la guarda en la caja.

“¿Qué pasa aquí?”, pregunta Westmoreland. El no es precisamente estupido, pero ni mucho menos tan avispado como Valentine.

“Parece que la pequeña niña de papá está llevando esta gilipollez de rebelión demasiado lejos. ¿Cómo diablos consiguió esto?” le reprocha a Westmoreland. “Ese es tu trabajo – la seguridad, idiota. No necesitamos que la gente escuche esto. Les damos una cancion. Un lider. Un camino - obedece y desaparece.”

Westmoreland observa el cuerpo sin rostro y la cama ardiendo. “Bien, ¿qué hacemos con ella?”

“Sencillo. Punk rebelde. Escuchando -qué es esta mierda- música adolescente. La ha cagado.” Exagera, casi actuando mientras lo dice. “Mata a mamá y se escapa. Perfecto. Incluso clásico.”

“Le encontraré.” Westmoreland dice, agarrando la cinta. “Déjame quedarme con esto por ahora.” Valentine no se da por vencido. “ Ve a hacer lo que tengas que hacer.”

Valentine se acerca al Presidente y le limpia como a un bebé con una de las toallas de color rosa con las iniciales de Coma grabadas. “Escucha, tu índice de audiencia sube siempre durante los momentos clave. Juega al viudo afligido. La pena es buena, les gusta el dolor.” Le da al presidente una píldora. “Déjame a mi. Te conseguiré una nueva hija, la co-estrella que te mereces.”

“¿Una bonita?”, pregunta como un niño.

Al día siguiente, el funeral de la señora White se celebra en una renovada parcela de película, todavía equipada con el sonido y los efectos de iluminación requeridos para este tipo de dramas que tanto inspiran a los medios de comunicación. Este lugar se llama cementerio memorial Holy Wood y todos están presentes. El presidente lleva puesta su mejor mascara de dolor—de hecho, ganador de un “Premio de la Academia.” Incluso se pone una gota de glicerina en el ojo antes de pronunciar sus elogios. Los mejores maquilladores disponibles ocultan perfectamente su herida, pero unas horas más bajo el sol y todo se desvanecerá tan rápido como el Gaelic dice “Kennedy,” lo que significa, por supuesto, feo o con la cabeza herida.

Valentine señala a Infanta, la nueva hija del presidente, y le da el mejor saludo que se puede dar a una niña de 9 años mientras el ataúd de la señora White es bajado a la vurda imitación de estudio de filmación bajo tierra. Después de la ceremonia, Valentine se acerca al Presidente.

Profunda tristeza para todos. Desesperación. Flash.

“Vamos a necesitarlo para cuidar de verdad de la situación de la pequeña Coma.” Valentine dice con toda naturalidad.

“¿Bonifacio?”

Valentine asiente con la cabeza.

“Es sólo un jodido fanático. ¿Tenemos que recurrir a eso?”

Esa es la cosa. La religión es la mejor manera de hacer que la gente odie. Y el odio es lo que necesitamos.” Valentine se asegura de que nadie este mirando y sonríe, acaricia al Presidente en la espalda. “El odio vende.“

 

 

S e e   a l s o   o n   T h e   N A C H T K A B A R E T T :



MARILYN MANSON HIDDEN & "SISTER" WEBSITES | 'Mechanical Animals' and 'Holy Wood' "sister sites" to MarilynManson.com which gave song and imagery previews of both albums and complimented the themes of each album. All archived in their original entirety exclusively by The NACHTKABARETT, and the meanings contained within each revealed.

Archived are ComaWhite.com, revealed within the 'Mechanical Animals' album artwork; TheLambOfGod.com, which revealed the influences of 'Holy Wood', originally linked from the (then) official MarilynManson.com messageboard; Celebritarian.com; ThisAsValentinesDay.com, which revealed Chapter 10 of Manson's 'Holy Wood' novel; and all song preview sites released throughout 'Holy Wood'.

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